Salud
(168 Horas - www.neomundo.com.ar - viernes 11 de Junio del 2010) Las carcajadas pueden provocar el mismo efecto en el organismo que el ejercicio repetitivo. Es lo que aseguran investigadores de la Loma Linda University de Estados Unidos, luego de analizar qué efectos tienen la risa y la angustia en la modulación de hormonas del organismo humano que resultan esenciales para el control del apetito.
Durante el experimento, cada uno de los participantes tuvo que ver videos de 20 minutos de duración, en los que aparecían aleatoriamente imágenes de situaciones desasosegantes (angustia) o humorísticas. Cada vez que veían algún video, los voluntarios debían esperar una hora para ver el siguiente, de signo contrario, con el fin de que se les pasaran los efectos de la primera visualización.
Los investigadores eligieron los primeros 20 minutos de la película Salvar al soldado Ryan, ambientada en la segunda guerra mundial, como video muy angustioso, y dieron a elegir a los participantes diversas opciones de videos de humor.
Durante todo el estudio los científicos fueron midiendo la presión sanguínea de los participantes y también tomando muestras de sangre a éstos, después de cada película. A partir de dichas muestras, se establecieron los niveles en sangre de dos hormonas relacionadas con el apetito: la leptina y la grelina.
Cuando los científicos compararon los niveles de estas hormonas antes y después de la visualización de los videos, descubrieron que los voluntarios que vieron la película Salvar al soldado Ryan no mostraban un cambio estadísticamente significativo en dichos niveles, y durante los 20 minutos posteriores.
Pero, por el contrario, los niveles de leptina y grelina en sangre de las personas que habían visto el video de humor, sí se habían modificado: el nivel de leptina se había reducido y el de grelina había aumentado, que es el mismo efecto que provoca el ejercicio físico moderado, a menudo se ha asociado con el incremento del apetito.
Según los científicos, estos resultados sugieren que la risa puede causar ciertos cambios en nuestro organismo, lo que podría aprovecharse para el desarrollo de futuros tratamientos para personas que no pueden hacer ejercicio físico pero que tienen que aumentar su apetito.
Por ejemplo, sería el caso de muchos pacientes ancianos que se vuelven depresivos y, en combinación con la falta de ejercicio físico, dejan de tener hambre, lo que pone en peligro su salud y su bienestar.
Una situación similar suele darse entre las personas viudas, que sufren depresión y pérdida del apetito tras la pérdida de su pareja, o en los pacientes con dolores crónicos, que dejan de tener hambre como consecuencia de los cambios químicos que les provoca en el cuerpo el dolor continuo.
Aunque la risa resulte inimaginable para las personas con depresión o dolor crónico intenso, lo cierto es que resulta una alternativa accesible como punto de partida para la recuperación del apetito y, por tanto, para un mejoramiento general de la salud.
Estos investigadores fueron pioneros en establecer, por ejemplo, que la risa ayuda a optimizar las hormonas del sistema endocrino, incluso reduciendo los niveles de cortisona y epinefrina (hormonas relacionadas con el estrés).
Por otro lado, los científicos también han demostrado que la risa tiene efectos positivos en la regulación del sistema inmune, porque incrementa la producción de anticuerpos y la activación de ciertas células protectoras del organismo, como los linfocitos o los linfocitos T citotóxicos responsables de la inmunidad celular e importantes para evitar la formación de tumores.
Las carcajadas o risas alegres repetitivas mejoran el estado de humor, reduce los niveles de colesterol en sangre y regula la presión sanguínea.
viernes, 11 de junio de 2010
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